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SIN RECETAS

“Plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro” Siempre me llamó la atención esta frase, por la fuerza en el legado, en lo que uno puede dejar para las próximas generaciones. Pero hace un tiempo la leí de una forma que me gustó mucho más: “Conservar el bosque, cuidar la niñez, compartir experiencias”



Y en esta versión hay algo que hoy me moviliza: compartir mi experiencia. Transmitir mis aprendizajes en este camino, que tiene muchos nombres, pero que yo lo veo como una nueva manera de trabajar: una forma más simple, más transparente, más colaborativa, más eficiente.

Esta es una parte de mi historia:

“Aprender haciendo”


Por casualidad u obra del destino, empecé a trabajar en gestión del cambio hacia fines de los años 90, como parte de un enorme proyecto que modificaba la forma de comercializar combustible…. Cambiaba la forma de hacer.


Así, recién salida de la universidad empecé a aprender “haciendo”, aprendiendo desde el principio que la gestión del cambio es muyyy artesanal.


Una persona que trabajaba conmigo en esa época, me recordó hace poco una anécdota: El día que llegó al equipo me preguntó cuál era su tarea. Le entregué un manual de operación de estaciones de servicio, una lista de teléfonos de las 2500 estaciones y le dije “llamalos y contales cómo se usa el manual”. ¡Así era la gestión del cambio en los 90! (Inés dixit)


De esta manera aprendí a “hacer” gestión del cambio, probando estrategias y revisando acciones en la marcha con un foco claro: el cambio de comportamiento… la adopción.

Como cualquier cambio de comportamiento hay que tener mucha disciplina en el hacer y paciencia en el Ser. De la misma forma en que entrenamos un deporte, en ese “haciendo” vamos aprendiendo, vamos ajustando la técnica, los mensajes, la forma… vamos creciendo, vamos evolucionando.


La mirada

En esa misma época comencé un curso de fotografía… cuando las cámaras fotográficas eran mecánicas, llevaban rollo y había que revelar las fotografías…. Me acuerdo que le consulté al profesor sobre qué cámara comprar - ¿cuál era la mejor? - y él me contestó: la cámara no importa: lo que hace grande al fotógrafo es su “ojo”… su mirada….


Seguramente esa lección se metió en mi mochila en ese momento: lo importante no era tener la mejor “herramienta” sino aprender a “mirar” distinto. Y la gestión del cambio tiene mucho de eso: a cualquier herramienta o enfoque que utilicemos hay que ponerle sentido, coherencia, criterio…


“La clave son las personas”


Hoy más de 20 años después creo (y me encanta que así sea!) que no hay recetas mágicas. Cortar y pegar no sirve. La clave es encontrar el sentido para las personas, para aquellas que tienen q “hacer las cosas de otra manera”… encontrar un propósito que nos invite a ser más transparentes, más eficientes, más colaborativos… a ser mejores, para tener mejores organizaciones, mejor sociedad, un mundo mejor.


y la historia continúa... nos vemos!

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